Reclamaciones por infecciones tras cirugía de prótesis

Reclamaciones por infecciones tras cirugía de prótesis

Publicado el 17 de octubre de 2025


📖 Tiempo estimado de lectura: 12 min

Qué es una infección tras cirugía de prótesis

Una infección tras cirugía de prótesis es una complicación postoperatoria en la que microorganismos patógenos colonizan el área intervenida y, en particular, la superficie o el lecho de una prótesis articular, dental o vascular, entre otras. En traumatología, las más frecuentes afectan a prótesis de cadera y rodilla, aunque cualquier implante —tornillos, placas, clavos, marcapasos o prótesis de hombro— puede verse comprometido. Se trata de un evento con impacto clínico, funcional, económico y emocional muy relevante: prolonga la hospitalización, puede exigir nuevas cirugías y antibióticos prolongados, y a menudo deja secuelas o limita la movilidad. Desde el punto de vista jurídico, no toda infección equivale a negligencia; sin embargo, cuando concurren fallos en los protocolos, información deficiente o retrasos diagnósticos y terapéuticos, la reclamación por infecciones tras cirugía de prótesis puede ser viable.

Para comprender el alcance de este problema conviene distinguir entre infecciones tempranas (días o pocas semanas tras la intervención), tardías (meses después) y hematógenas (por diseminación desde otra infección, como una bacteriemia dental o cutánea). Asimismo, las infecciones pueden clasificarse según su profundidad: superficiales (piel y tejido subcutáneo) y profundas (afectación de la prótesis y tejidos periprotésicos). Las infecciones profundas son especialmente complejas por la formación de biopelículas que protegen a las bacterias y dificultan la erradicación, incluso con antibióticos de amplio espectro.

En términos prácticos, la clave es identificar pronto signos de alarma (dolor desproporcionado, fiebre, enrojecimiento, secreción, mal olor, incapacidad funcional) y solicitar atención médica inmediata. Desde la perspectiva de una futura reclamación, actuar a tiempo también ayuda a preservar pruebas clínicas (cultivos, hemocultivos, imagen) que serán decisivas.

La magnitud del daño no se limita a lo físico. El paciente puede ver interrumpido su trabajo, sus actividades cotidianas y su vida social. La incertidumbre sobre reintervenciones y tratamientos largos genera ansiedad y afecta a la salud mental. Estas consecuencias multidimensionales deben documentarse para una valoración íntegra del perjuicio. Esta guía ofrece un enfoque práctico, médico-legal y operativo para orientar a quien desee explorar la opción de una reclamación con base en una infección tras cirugía de prótesis, explicando conceptos clave, pruebas necesarias, estrategia y plazos.

Causas y factores de riesgo en prótesis

Las causas de una infección asociada a prótesis suelen ser multifactoriales. La primera línea de análisis se centra en el cumplimiento de protocolos de asepsia en el quirófano: higiene de manos, esterilidad del campo, preparación cutánea con antisépticos, profilaxis antibiótica y control de la ventilación. Errores en cualquiera de estos puntos incrementan el riesgo. También influyen variables del paciente: diabetes mal controlada, obesidad, tabaquismo, enfermedades inmunosupresoras, tratamientos con corticoides o biológicos, o una desnutrición no abordada. Todos estos factores deben constar en la historia clínica, junto a evaluaciones preoperatorias y medidas de optimización (por ejemplo, ajuste glucémico o suspensión temporal del tabaco).

En el plano microbiológico, los patógenos más frecuentes incluyen Staphylococcus aureus (incluidas cepas resistentes) y Staphylococcus epidermidis, seguidos por bacilos Gram negativos. La formación de biopelículas sobre la superficie de la prótesis constituye un reto terapéutico: las bacterias quedan protegidas frente a antibióticos y defensas del huésped, de modo que la simple antibioticoterapia puede no ser suficiente sin un abordaje quirúrgico adecuado. La literatura clínica también señala el papel de inoculaciones hematógenas tardías: bacteriemias derivadas de infecciones dentales, cutáneas o urinarias pueden colonizar una prótesis aparentemente estable.

  • Deficiencias en la profilaxis antibiótica o elección inadecuada del antibiótico.
  • Duración excesiva del procedimiento y cambios de instrumental sin recambio aséptico.
  • Control insuficiente de temperatura ambiental, flujo laminar y recuento de partículas.
  • Falta de cribado de portadores de S. aureus o ausencia de descolonización preoperatoria.
  • Alta precoz sin educación clara sobre curas y signos de alarma.

En una reclamación, identificar fallos sistémicos (protocolos, checklists, formación) es tan importante como la conducta individual del cirujano o del equipo. Documentar qué guía clínica se siguió y qué registros existen ayuda a objetivar la responsabilidad.

No todos los factores son controlables, pero el estándar de calidad exige minimizar riesgos conocidos. Si el centro no evaluó factores de riesgo o no aplicó medidas preventivas, puede existir una desviación del deber de cuidado, lo que fortalece la base jurídica de la reclamación.

Síntomas, diagnóstico y pruebas clave

El cuadro clínico típico incluye dolor persistente o creciente en la articulación, fiebre, escalofríos, eritema, calor local, tumefacción y secreción por la herida. En fases tempranas puede simular inflamación normal postquirúrgica, de ahí la importancia de criterios objetivos y pruebas complementarias. El diagnóstico oportuno resulta doblemente crucial: mejora el pronóstico clínico y preserva evidencias determinantes para una eventual reclamación.

Entre las pruebas clave destacan analíticas (PCR, VSG, leucocitos), hemocultivos y, sobre todo, cultivos de líquido articular obtenidos por artrocentesis con técnica estéril. La imagen —radiografía, ecografía, TAC, RMN y, en casos seleccionados, gammagrafía o PET— contribuye a evaluar aflojamiento, colecciones y estado óseo. En quirófano, el muestreo de tejido periprotésico para cultivo histológico y microbiológico, con varias tomas independientes, es el estándar de oro para confirmar la infección. Un aspecto a menudo infravalorado es la cadena de custodia: anotar fechas, profesionales intervinientes, condiciones de transporte y resultados, guardando copias certificadas, resulta decisivo en sede judicial.

  • Analítica: PCR y VSG persistentemente elevadas sugieren infección activa.
  • Artrocentesis: cultivos positivos con identificación y antibiograma.
  • Imagen: detección de colecciones, trayectos fistulosos y signos de aflojamiento.
  • Muestras quirúrgicas: múltiples biopsias para aumentar sensibilidad diagnóstica.

Desde el prisma jurídico, interesa también registrar llamadas, visitas y tiempos de respuesta. Una demora injustificada en indicar una artrocentesis o en iniciar antibióticos dirigidos puede constituir mala praxis si incumple protocolos vigentes y causa daño.

El paciente debe solicitar por escrito la historia clínica completa, incluyendo hojas de enfermería, órdenes médicas, quirúrgicas y de antibioterapia, consentimientos informados, informes de alta, resultados de laboratorio e imagen. Si un centro se niega a entregar copias, esta circunstancia debe dejarse constancia, pues puede jugar a favor del reclamante ante un juez al presumirse que la documentación es relevante.

Tratamientos, consecuencias y segundas intervenciones

El manejo de las infecciones de prótesis articulares combina cirugía y antibióticos. En infecciones tempranas puede intentarse el procedimiento DAIR (desbridamiento, antibiótico y retención de la prótesis) si la fijación es estable y el patógeno es sensible. En casos más avanzados o con biopelícula establecida se plantea el recambio en uno o dos tiempos: retirar la prótesis, desbridar, utilizar un espaciador impregnado en antibiótico y, tras controlar la infección, reimplantar. Estos planes se acompañan de antibioterapia intravenosa (y, a veces, oral prolongada) guiada por el antibiograma.

Las consecuencias funcionales pueden ser severas: limitación de movilidad, dolor crónico, necesidad de ayudas técnicas, pérdida de fuerza y alteración de la marcha. En términos psicosociales, destacan las bajas laborales prolongadas, cambio de puesto de trabajo o incapacidad, además de afectaciones en el ocio y la vida familiar. Las secuelas —y el sufrimiento físico y moral asociado— deben cuantificarse mediante informes periciales, test de calidad de vida y registros de gastos. Esto será la base para calcular la indemnización en una reclamación por infecciones tras cirugía de prótesis.

  • Antibióticos intravenosos y orales de larga duración, con controles periódicos.
  • Riesgo de reacciones adversas y necesidad de monitorización (función renal, hepática).
  • Rehabilitación intensiva y adaptaciones domiciliarias.
  • Impacto emocional: ansiedad, depresión y miedo a nuevas cirugías.

Desde la óptica legal, también se valora si el centro informó de alternativas terapéuticas, riesgos y probabilidades de éxito. Un consentimiento informado insuficiente o genérico puede constituir un incumplimiento autónomo indemnizable.

En ocasiones, la infección deriva en la imposibilidad de reimplantar, quedando el paciente con artrodesis o funcionalidad muy reducida. Este escenario implica una pérdida sustancial de calidad de vida que debe documentarse con especial detalle para un resarcimiento justo.

Documentación y evidencias imprescindibles

Para sustentar una reclamación por infecciones tras cirugía de prótesis es imprescindible reunir un dossier probatorio ordenado y verificable. El primer bloque lo constituye la historia clínica completa: preoperatorio, anestesia, quirúrgico, enfermería, evolución, informes de alta, interconsultas y seguimiento. Deben incluirse resultados de laboratorio, microbiología (cultivos, hemocultivos, antibiogramas), imagen y registros de farmacia hospitalaria (antibióticos administrados, dosis, horarios). El segundo bloque corresponde a documentación extrahospitalaria: recetas, informes de atención primaria, rehabilitación, bajas y altas laborales, y tickets o facturas de gastos.

Un tercer bloque es el de comunicaciones: correos electrónicos, mensajes y llamadas documentadas con el centro, citaciones y hojas de atención en urgencias. Estos documentos ayudan a demostrar la diligencia del paciente y a señalar demoras o respuestas inadecuadas. Finalmente, conviene crear un diario de síntomas y limitaciones con fechas y eventos clave, así como un registro fotográfico de la herida y de cualquier supuración o enrojecimiento.

  • Consentimiento informado específico de la prótesis implantada.
  • Parte quirúrgico detallado, con incidencias y tiempos.
  • Protocolos internos vigentes en la fecha de la intervención.
  • Informes periciales preliminares y definitivo.
  • Documentación laboral y económica para cuantificar perjuicios.

Cuida la cadena de custodia: numera documentos, guarda originales y aporta copias. Cuando entregues archivos al abogado o perito, registra la fecha y un índice detallado. Esta disciplina probatoria marca la diferencia en juicio.

Si algún documento falta o presenta lagunas, se pueden cursar requerimientos formales. La negativa o retraso injustificado en entregar la historia clínica puede tener consecuencias legales para el centro y, en la práctica, fortalece la posición del paciente.

Proceso de reclamación paso a paso

El itinerario habitual se estructura en etapas. Primero, evaluación preliminar: una entrevista con especialista médico-legal para valorar la plausibilidad de mala praxis y el nexo causal. En paralelo, se inicia la recopilación documental. Segundo, peritaje: el perito revisa la historia, establece líneas de tiempo, compara la actuación con la lex artis y emite un dictamen preliminar. Tercero, reclamación extrajudicial: se formula un escrito motivado al centro o a su aseguradora, cuantificando daños y proponiendo una solución.

Si no hay acuerdo, se acude a la vía judicial adecuada. En sanidad pública, suele interponerse reclamación de responsabilidad patrimonial; en sanidad privada, demanda civil. En ambos casos, el éxito aumenta con una cronología detallada y un informe pericial robusto. Durante el proceso, se pueden solicitar diligencias preliminares para asegurar pruebas, como la conservación de muestras o la aportación de protocolos internos.

  • Evaluación jurídico-médica inicial y estimación de viabilidad.
  • Obtención de historia clínica y protocolos aplicables.
  • Peritaje técnico y cálculo provisional de daños.
  • Reclamación previa y negociación con aseguradora.
  • Demanda y práctica de prueba en juicio.

La estrategia debe ser flexible: si aparece nueva evidencia (p. ej., cultivo positivo tardío o informe de inspección), actualiza el peritaje y la cuantificación. Mantén una comunicación fluida con tu abogado para decisiones informadas.

El tiempo del procedimiento varía según jurisdicción y complejidad. Una negociación bien planteada, con base probatoria sólida, puede evitar el juicio. No obstante, conviene preparar siempre el caso para la vista, pues esa preparación también mejora la posición en cualquier acuerdo extrajudicial.

Cálculo de la indemnización y conceptos reclamables

El cálculo de la indemnización en casos de infecciones tras cirugía de prótesis debe ser integral y personalizado. Incluye daños personales (secuelas, dolor, perjuicio moral), patrimoniales (gastos médicos, rehabilitación, medicación, desplazamientos) y lucro cesante (pérdida de ingresos, impacto en la carrera profesional). En supuestos graves, cabe valorar incapacidades parciales o totales. Los baremos de referencia orientan pero no sustituyen el análisis individual del caso, que debe apoyarse en informes periciales y documentación económica verificable.

Para cuantificar secuelas, se emplean escalas funcionales y pruebas de imagen. El perjuicio moral puede sustentarse en test psicológicos y testimonios. En gastos, conviene aportar facturas y justificantes bancarios. En lucro cesante, nóminas previas, contratos y certificados de empresa ayudan a acreditar la pérdida. No olvides considerar costes futuros probables: medicación crónica, revisiones, nuevas cirugías, ayudas técnicas o adaptación del domicilio.

  • Daño corporal y funcional: limitación de movilidad, dolor crónico, aflojamiento protésico.
  • Daño moral: ansiedad, depresión, pérdida de proyectos vitales y ocio.
  • Gasto emergente: antibióticos, curas, transporte, segunda opinión.
  • Lucro cesante: bajas prolongadas, cambios de puesto, rescisión contractual.
  • Daños futuros: recambios protésicos, rehabilitación mantenida, ayudas técnicas.

Una estimación robusta y bien documentada favorece acuerdos previos al juicio. La transparencia metodológica (qué se incluye, por qué, con qué pruebas) genera confianza en la contraparte y en el juez.

En síntesis, el objetivo es restaurar, en la medida de lo posible, la situación anterior al daño, compensando pérdidas reales y razonablemente previsibles. La exactitud documental y la consistencia narrativa son esenciales para una indemnización justa.

Plazos de prescripción y estrategia temporal

Los plazos de prescripción dependen del tipo de reclamación y de la jurisdicción aplicable. En sanidad pública suele existir un plazo para la responsabilidad patrimonial de la administración; en sanidad privada, rigen plazos civiles contractuales o extracontractuales. Aunque las reglas varían por territorio, la estrategia práctica es actuar con celeridad desde la detección de la infección o desde que se confirman sus consecuencias. Las actuaciones previas —solicitud de historia clínica, reclamación extrajudicial— pueden interrumpir o suspender plazos según el ordenamiento, por lo que deben planificarse meticulosamente con asesoría legal.

Determinar el dies a quo (día de inicio del cómputo) requiere criterio: puede ser la fecha de alta, de diagnóstico definitivo o de estabilización del daño. Cuando hay evolución prolongada, reintervenciones y secuelas, la fijación del momento relevante puede ser objeto de debate, razón por la que conviene anclarlo con informes periciales y cronogramas claros.

  • Solicita historia clínica cuanto antes para interrumpir plazos y asegurar la prueba.
  • Registra por escrito cualquier reclamación extrajudicial con acuse de recibo.
  • Conserva justificación de entrega de documentos y respuestas del centro.
  • Valora medidas cautelares si hay riesgo de pérdida de evidencia.

Una línea temporal bien fundamentada evita sorpresas procesales. El calendario procesal, integrado con hitos médicos, aumenta la solidez de la reclamación y la capacidad de negociación.

En resumen, el tiempo es un activo estratégico. Actuar temprano permite mejores diagnósticos, mejor conservación de pruebas y más margen para negociar o litigar con seguridad.

Errores comunes y buenas prácticas del paciente

En el contexto de una infección tras cirugía de prótesis, algunos errores repetidos perjudican la defensa del paciente. El primero es no pedir la historia clínica de inmediato; cuanto más se retrasa, más difícil resulta reconstruir la cronología y detectar desviaciones. El segundo, no documentar síntomas, fotos de la herida y comunicaciones. El tercero, interrumpir tratamientos sin indicación médica, lo que complica la evolución clínica y confunde el análisis causal. El cuarto, ignorar los factores de riesgo personales (control glucémico, tabaquismo) que pueden empeorar el cuadro y, en juicio, debilitar la reclamación.

Entre las buenas prácticas destacan: mantener un diario de síntomas con fechas, guardar todas las facturas y justificantes, seguir estrictamente las pautas médicas, y solicitar segundas opiniones cuando persisten dudas diagnósticas o terapéuticas. Coordinarse temprano con un abogado especializado facilita el diseño de la estrategia probatoria y la evaluación de la viabilidad de la reclamación por infecciones tras cirugía de prótesis.

  • Centraliza documentación en un archivador con índice y numeración.
  • Autoriza al abogado a solicitar información directamente al centro.
  • Actualiza el peritaje cuando haya nuevos resultados o reintervenciones.
  • Cuidado con redes sociales: evita publicaciones que puedan interpretarse en tu contra.

La proactividad del paciente no solo mejora la evolución clínica; también fortalece la posición negociadora. Un caso bien documentado y coherente impulsa acuerdos justos y acelera la resolución.

Finalmente, recuerda que cada caso es único. Lo que funciona para otra persona puede no ser lo óptimo en tu situación. La personalización del tratamiento médico y de la estrategia legal es esencial para alcanzar el mejor resultado posible.

Preguntas frecuentes

¿Una infección siempre implica mala praxis? No. Las infecciones son un riesgo inherente a la cirugía, incluso con protocolos correctos. La reclamación es viable cuando se demuestra desviación de la lex artis (fallos en prevención, diagnóstico o tratamiento) y nexo causal con el daño.

¿Qué debo hacer si sospecho infección? Acude a urgencias, solicita analítica y estudio microbiológico, y pide por escrito copia de informes y resultados. Registra fotos de la herida y anota fechas y síntomas. Posteriormente, consulta con un abogado para planificar la estrategia.

¿Cuánto puede durar el proceso? Depende del cauce (extrajudicial o judicial), la complejidad médica y la carga de trabajo de los juzgados. Una negociación con evidencia sólida puede abreviar tiempos, pero conviene prepararse para un proceso prolongado.

¿Qué importe puedo reclamar? La cuantía varía según secuelas, gastos, lucro cesante y daño moral. Un peritaje detallado y documentación económica completa permiten una valoración más precisa y defendible ante aseguradoras y tribunales.

¿Y si el hospital no entrega la historia clínica? Se puede requerir formalmente y, en su caso, solicitar medidas judiciales. La negativa injustificada puede perjudicar al centro y, en la práctica, fortalecer la posición del reclamante.

Consulta legal GRATIS aquí