
¿Fue tu cirugía un fracaso? Así puedes obtener compensación
Publicado el 17 de julio de 2025
📖 Tiempo estimado de lectura: 15 min
Índice
- Cómo identificar una cirugía fallida
- Causas y ejemplos de negligencia quirúrgica
- Requisitos para obtener compensación
- Plazos de reclamación y prescripción
- Pruebas clave e historia clínica
- Cómo se calcula la indemnización
- Pasos legales para reclamar
- Errores frecuentes y cómo evitarlos
- Consejos prácticos para tu caso
- Preguntas frecuentes
Cómo identificar una cirugía fallida
Cuando sales del quirófano esperas una mejora razonable respecto al problema de salud que te llevó a operarte. Sin embargo, no todos los resultados adversos implican automáticamente que la cirugía fue un fracaso o que existió mala praxis médica. Para valorar si puedes obtener compensación por cirugía fallida, el primer paso es distinguir entre una complicación posible —adecuadamente informada y gestionada conforme a la lex artis— y un daño evitable por una actuación negligente. La lex artis es el estándar profesional que indica cómo debería haber actuado un equipo sanitario competente ante un caso concreto, teniendo en cuenta los medios disponibles y el estado de la ciencia en ese momento.
Una cirugía puede considerarse fallida si el objetivo razonable del procedimiento no se alcanza o si se generan secuelas desproporcionadas por errores de indicación, ejecución, control posoperatorio o falta de consentimiento informado. Algunos indicadores: persistencia o agravamiento de los síntomas que la intervención debía mejorar, aparición de lesiones en órganos no relacionados con el campo quirúrgico, infecciones por incumplimiento de protocolos básicos, o un seguimiento posoperatorio insuficiente que dificulta detectar y tratar complicaciones a tiempo. También cuenta la ausencia de alternativas explicadas: si no te informaron de riesgos relevantes, probabilidades de éxito o opciones menos invasivas, el consentimiento podría ser inválido.
Checklist inicial:
- ¿Recibiste información clara sobre riesgos, beneficios y alternativas?
- ¿Los síntomas empeoraron o aparecieron secuelas inesperadas?
- ¿Se cumplieron los protocolos de asepsia y seguridad?
- ¿Hubo seguimiento posoperatorio adecuado y a tiempo?
- ¿Existen inconsistencias entre lo previsto en el preoperatorio y lo realizado?
Detectar estos elementos no garantiza la indemnización, pero permite orientar si procede una reclamación. Un análisis médico-pericial comparará lo ocurrido con la lex artis, identificará fallos en la indicación, técnica o vigilancia, y servirá de base para reclamar compensación por cirugía fallida ante aseguradoras, centros sanitarios o tribunales.
Causas y ejemplos de negligencia quirúrgica
La negligencia quirúrgica abarca conductas u omisiones durante el preoperatorio, el intraoperatorio o el posoperatorio que se apartan de los estándares de calidad esperables. No se trata de exigir resultados perfectos, sino de evitar errores evitables. Entre las causas frecuentes se incluyen diagnósticos incompletos, indicación de cirugía cuando existían alternativas más seguras, mala planificación del procedimiento, selección inadecuada de prótesis o material quirúrgico, errores de identificación del paciente o del lado a intervenir, y deficiente coordinación del equipo.
En el quirófano destacan errores técnicos (lesión de estructuras vecinas, control ineficiente del sangrado, suturas defectuosas), olvidos de material (gasas, instrumentos), o incumplimientos de protocolos de seguridad como la verificación del “tiempo de pausa”. En el posoperatorio, la falta de monitorización, alta precipitada, ausencia de profilaxis antibiótica cuando está indicada, o demora injustificada en pruebas complementarias puede agravar el daño. Todos estos supuestos pueden sustentar una reclamación si un informe pericial muestra que, de haberse seguido las pautas correctas, el daño probablemente no habría ocurrido o habría sido menor.
Ejemplos ilustrativos:
- Cirugía de columna que provoca lesión neurológica por abordaje incorrecto.
- Artroscopia de rodilla con infección grave por fallos de asepsia.
- Intervención estética con asimetrías notorias y necrosis por técnica inadecuada.
- Cirugía abdominal con perforación de órgano no diagnosticada a tiempo en el posoperatorio.
- Falta de consentimiento informado sobre riesgos concretos y alternativas.
Acreditar la causa no exige certeza absoluta, pero sí una relación de causalidad suficiente: que el daño sea consecuencia previsible del error y no solo del curso natural de la enfermedad. Por eso la obtención completa de la historia clínica y un peritaje médico objetivo son piezas clave para reclamar compensación por cirugía fallida con posibilidades reales de éxito.
Requisitos para obtener compensación
Para prosperar una reclamación por cirugía fallida debes reunir tres elementos básicos: una actuación contraria a la lex artis, un daño cierto (lesión, secuela, pérdida de oportunidad, gastos) y un nexo causal entre ambos. Sin estos pilares, la aseguradora o el juzgado desestimará la pretensión. La actuación contraria a la lex artis puede consistir en: indicación quirúrgica inadecuada, omisiones en el estudio preoperatorio, técnica deficiente, falta de medios razonables o seguimiento posoperatorio incorrecto. El daño debe ser real y evaluable económicamente, incluyendo perjuicios patrimoniales (gastos médicos, bajas laborales, rehabilitación) y extrapatrimoniales (dolor, ansiedad, alteración de la vida cotidiana, daño moral).
El nexo causal exige demostrar que, de haber actuado conforme al estándar, el resultado habría sido distinto o menos lesivo. En ocasiones se aplica la “pérdida de oportunidad”: no se garantiza que el resultado final fuese perfecto, pero sí que el error restó probabilidades de curación o de evitar secuelas. Además, el consentimiento informado juega un papel central: si no se explicaron riesgos relevantes o alternativas terapéuticas, puedes reclamar por vulneración del derecho a la información, incluso aunque la técnica ejecutada fuera correcta.
Documentación mínima para iniciar:
- Historia clínica completa (pre, intra y posoperatorio).
- Informes de urgencias y de rehabilitación.
- Consentimientos informados firmados.
- Informes de incapacidad temporal y justificantes de gastos.
- Valoración pericial independiente.
Cumplidos estos requisitos, tu caso estará en condiciones de negociar con la aseguradora del profesional o del centro sanitario, o de acudir a la vía judicial para obtener compensación por cirugía fallida ajustada a los daños sufridos.
Plazos de reclamación y prescripción
El tiempo es decisivo. Los plazos para reclamar varían según el ámbito (público o privado) y la base jurídica de la acción. En centros públicos suele acudirse a la vía administrativa de responsabilidad patrimonial, con un plazo generalmente de un año desde la estabilización de las secuelas o desde el alta médica que permita valorar el daño. En el ámbito privado, la reclamación civil por responsabilidad contractual o extracontractual puede sujetarse a plazos de uno a cinco años según las circunstancias y la normativa aplicable. También existen supuestos penales —por imprudencia grave— con plazos más amplios, aunque su uso es excepcional y exige un umbral probatorio más alto.
No esperes a “estar del todo bien” para actuar. La regla práctica es iniciar cuanto antes la solicitud de historia clínica y la valoración pericial, de modo que el cómputo del plazo te encuentre con la prueba preparada. Ten presente que la prescripción puede interrumpirse con reclamaciones extrajudiciales fehacientes, lo que te concede margen para negociar mientras aseguras tus derechos. En todo caso, calcula el plazo desde que objetivamente pudiste conocer el alcance del daño y su relación con la intervención.
Tips de calendario:
- Solicita la historia clínica por escrito en cuanto sospeches del error.
- Pide valoración pericial temprana para fijar fecha de estabilización de secuelas.
- Interrumpe la prescripción con un burofax motivado a aseguradora o centro.
- Guarda resguardos de envío y recepción de todas las comunicaciones.
Respetar los plazos es tan importante como demostrar el fondo. Una reclamación brillante, fuera de tiempo, será rechazada. Planifica tu estrategia procesal desde el inicio para asegurar tu derecho a obtener compensación por cirugía fallida.
Pruebas clave e historia clínica
La prueba determina el éxito del caso. La pieza central es la historia clínica íntegra: informes preoperatorios, consentimientos, hojas de quirófano, registros de anestesia, evolución posoperatoria, analíticas, radiología y cualquier anotación de enfermería. Estos documentos permiten reconstruir qué se decidió, cómo se ejecutó y cómo se controló el posoperatorio. Si hay omisiones, tachaduras o inconsistencias, deben destacarse: la falta de registro también puede jugar a favor del paciente, pues impide acreditar que se actuó correctamente.
El peritaje médico independiente contrasta la actuación con la lex artis. Un buen perito explica de forma didáctica qué protocolo se debía seguir, qué se hizo distinto y cómo eso influyó en el resultado. Complementan la prueba: informes de fisioterapia, fotografías de cicatrices, diarios de dolor, recetas, bajas laborales y testimonios de familiares sobre el impacto en la vida diaria. Además, mantén ordenados los justificantes de gastos: desplazamientos, medicamentos no cubiertos, segundas opiniones y adaptación de vivienda o ayudas técnicas, si hubiera secuelas.
Cómo pedir la historia clínica:
- Dirige solicitud al centro sanitario indicando tu identidad y fechas de atención.
- Reclama copia completa en formato digital legible (incluido CD o portal paciente).
- Si niegan documentos, pide resolución por escrito y valora quejarte al órgano competente.
- Anota fechas de entrega para el cómputo de plazos y la preparación pericial.
Con estas pruebas podrás fundamentar la negociación o la demanda. Recuerda que la carga de la prueba se reparte: tú debes acreditar el daño y el nexo, y el centro/profesional, que actuó conforme a la lex artis. Una carpeta probatoria sólida es la mejor vía para obtener compensación por cirugía fallida.
Cómo se calcula la indemnización
La indemnización busca colocar a la persona, en lo posible, en la situación anterior al daño. Para cuantificarla se combinan criterios médicos y jurídicos. En términos prácticos, se distingue entre perjuicio personal (dolor, sufrimiento, pérdida de calidad de vida, secuelas) y perjuicio patrimonial (gastos y pérdidas económicas). En muchos casos se utiliza el baremo de daños personales —referencia técnica para valorar secuelas, días de baja, ingresos dejados de percibir y ayudas futuras— adaptándolo al ámbito sanitario.
Los conceptos habituales incluyen: días de curación y convalecencia, grados de perjuicio por pérdida temporal de calidad de vida, secuelas funcionales y estéticas (medidas en puntos), daño moral por pérdida de oportunidad, gastos médicos y de rehabilitación, transporte, dispositivo ortopédico, necesidad de tercera persona, adecuación de vivienda, así como lucro cesante (salarios o ingresos profesionales que dejaste de percibir). Cuando existe incapacidad laboral permanente, se calculan capitales o rentas según edad, ocupación e impacto futuro.
Claves para una justa compensación:
- Cuantificación médica rigurosa de secuelas y limitaciones funcionales.
- Acreditación documental de todos los gastos y pérdidas.
- Valoración del impacto en actividades esenciales (laborales y personales).
- Actualización de importes al momento de la reclamación o sentencia.
Una estimación realista, sustentada por peritaje y documentos, aumenta la probabilidad de acuerdo y evita rebajas injustificadas. Ese es el camino para lograr una compensación por cirugía fallida que refleje el verdadero alcance del daño.
Pasos legales para reclamar
El itinerario típico arranca con una evaluación jurídica y médica preliminar para decidir la vía adecuada. En centros públicos, se presenta reclamación administrativa de responsabilidad patrimonial ante la administración sanitaria, aportando historia clínica, informe pericial y cuantificación. La administración solicitará informes internos y emitirá resolución: si es desestimatoria o insuficiente, se acude a la jurisdicción contencioso-administrativa. En el sector privado, la reclamación comienza con un requerimiento fehaciente a la clínica/aseguradora para abrir negociación. Si no hay acuerdo, se interpone demanda civil.
Paralelamente, en supuestos graves puede valorarse la vía penal por imprudencia, aunque su uso es excepcional y debe medirse con prudencia. También pueden explorarse mecanismos de mediación o conciliación que agilicen una solución. En todos los escenarios, la base es la misma: prueba sólida, relato coherente de los hechos, identificación del incumplimiento de la lex artis y una cuantificación bien motivada.
Hoja de ruta resumida:
- Recopila historia clínica completa y crea un archivo de pruebas.
- Obtén peritaje médico independiente con conclusiones claras.
- Envía burofax a la aseguradora/centro con reclamación motivada.
- Negocia con base en la cuantificación documentada.
- Si es necesario, interpón demanda en la vía procedente.
Seguir estos pasos te coloca en la mejor posición para obtener compensación por cirugía fallida, ya sea mediante acuerdo o sentencia.
Errores frecuentes y cómo evitarlos
Muchos casos se debilitan por descuidos evitables. El primero es no pedir a tiempo la historia clínica o conformarse con un resumen parcial. Sin el detalle de hojas de quirófano o anestesia, el perito no puede identificar con precisión el error. Otro fallo habitual es confiar solo en informes del propio centro, cuando lo ideal es una valoración externa e independiente. También perjudica exagerar los hechos: la credibilidad es un activo; toda afirmación debe tener respaldo.
A nivel de plazos, dejar pasar el tiempo sin interrumpir la prescripción es letal. En la cuantificación, omitir gastos “pequeños” resta cientos o miles de euros al total: taxis a revisiones, medicaciones, gastos de cuidadores o pérdidas de ingresos ocasionales deben documentarse. Por último, no medir la estrategia: a veces es mejor una negociación firme y técnica que precipitarse a una demanda sin pruebas acabadas.
Buenas prácticas:
- Solicita copias íntegras y certificadas de toda la documentación clínica.
- Mantén un registro cronológico de síntomas, visitas y efectos en tu vida diaria.
- Centraliza facturas y justificantes en un único dossier.
- Interrumpe la prescripción con escritos fehacientes y guarda acuses.
- Calibra expectativas: busca una compensación justa, no desproporcionada.
Evitar estos errores te dará solidez y mejorará tus opciones de lograr compensación por cirugía fallida en menos tiempo y con mejores condiciones.
Consejos prácticos para tu caso
Además de la estrategia legal, la gestión personal del caso influye en el resultado. Anota cada cita, síntoma, medicación y recomendación médica en un cuaderno o app: este diario de evolución tiene un gran valor probatorio. Pide segundas opiniones con especialistas de referencia y conserva informes firmados. Si estás de baja, solicita los partes en tiempo y forma y pide a tu empresa certificados de salario para calcular el lucro cesante.
En rehabilitación, cumple los planes pautados y guarda justificantes. Si necesitas adaptar tu vivienda o comprar ayudas técnicas, pide presupuestos y facturas. Comunica por escrito (correo certificado o burofax) cualquier reclamación: lo hablado se olvida, lo escrito se prueba. Para negociar, acompaña tu petición con un cuadro económico claro y una propuesta razonable. Y, si te ofrecen un acuerdo, somételo a revisión pericial y jurídica antes de firmar.
Plantilla rápida de dossier:
- Carpeta 1: Historia clínica y consentimientos.
- Carpeta 2: Informes periciales y segundas opiniones.
- Carpeta 3: Gastos y pérdidas de ingresos (facturas, recibos, nóminas).
- Carpeta 4: Diario de síntomas, fotos y vídeos.
- Carpeta 5: Comunicaciones con aseguradoras y centros.
Con orden, constancia y asesoramiento adecuado, estarás en condiciones de demostrar el daño y obtener compensación por cirugía fallida acorde a tus perjuicios.
Preguntas frecuentes
¿Puedo reclamar si firmé el consentimiento informado? Sí, firmar no blinda errores. El consentimiento exige información comprensible sobre riesgos relevantes y alternativas. Si no se explicaron adecuadamente, puede haber responsabilidad por falta de información, además de la posible negligencia técnica.
¿Qué pasa si la complicación era un riesgo conocido? Si el riesgo estaba debidamente informado y se actuó conforme a la lex artis, no suele haber responsabilidad. Pero si el manejo de la complicación fue tardío o incorrecto, o si faltó información esencial, puede existir derecho a compensación.
¿Cuánto tiempo tarda el proceso? Depende de la vía (negociación, administrativa o judicial) y de la complejidad pericial. Una negociación bien fundamentada puede cerrarse en meses; los procesos judiciales, más tiempo. Lo importante es preparar pruebas sólidas desde el inicio.
¿Necesito perito médico? Prácticamente siempre. El peritaje independiente es la base técnica para probar el apartamiento de la lex artis, el nexo causal y la cuantificación de secuelas.
¿Qué cuantía puedo esperar? Varía según la entidad del daño, edad, profesión y secuelas. La cuantificación se apoya en baremos y en gastos reales acreditados. Una valoración cuidadosa favorece acuerdos justos y evita litigios innecesarios.