Negligencias médicas en cirugía vascular

Negligencias médicas en cirugía vascular

Publicado el 04 de noviembre de 2025


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Qué es negligencia en cirugía vascular

La cirugía vascular aborda el diagnóstico y tratamiento de enfermedades de arterias, venas y sistema linfático. Implica procedimientos complejos como bypasses, endarterectomías, reparación de aneurismas o técnicas endovasculares mínimamente invasivas. Hablamos de negligencias médicas en cirugía vascular cuando la actuación del profesional o del equipo asistencial se aparta de la lex artis, es decir, de los estándares aceptados de la práctica médica para el momento concreto, provocando un daño evitable al paciente. No toda complicación constituye mala praxis: existen riesgos inherentes incluso con una actuación diligente. La clave es valorar si el resultado dañoso era evitable aplicando medidas razonables y si la atención prestada cumplió los protocolos y guías vigentes.

En este ámbito, la negligencia puede presentarse en diferentes fases: una indicación quirúrgica incorrecta, un consentimiento informado incompleto, fallos en la planificación preoperatoria (por ejemplo, no solicitar pruebas de imagen adecuadas), errores intraoperatorios (lesiones vasculares no previstas, mal control de la hemostasia) o deficiencias en el postoperatorio (falta de vigilancia de la perfusión distal o de la anticoagulación). También son relevantes los retrasos diagnósticos que agravan isquemias, trombosis o aneurismas que pudieron evitarse con actuación temprana.

Idea clave: La evaluación jurídica se centra en si el profesional actuó conforme a la lex artis en ese contexto concreto y si existe nexo causal entre la conducta y el daño sufrido por el paciente.

Para determinarlo se analiza la historia clínica completa, los protocolos aplicables, la trazabilidad de decisiones clínicas y la existencia de medidas de seguridad razonables. Una adecuada documentación médica, un consentimiento informado claro y un plan de seguimiento escrito suelen ser determinantes para acreditar la corrección o la desviación respecto del estándar. El análisis pericial por especialistas en Angiología y Cirugía Vascular y en Medicina Legal permitirá valorar con rigor si hubo una desviación relevante y si esta fue causa del daño, parcial o totalmente.

Errores frecuentes en cirugía vascular

Las negligencias médicas en cirugía vascular suelen agruparse en patrones repetidos. Conocerlos ayuda a identificar si hubo una desviación de la práctica adecuada. Entre los errores más habituales se encuentran los retrasos en el diagnóstico de isquemia aguda de extremidades, donde cada hora sin revascularización aumenta el riesgo de amputación. También aparecen fallos en la indicación quirúrgica, por ejemplo, intervenir un aneurisma sin cumplir criterios de tamaño y riesgo, o no operar cuando el riesgo de rotura es alto.

  • Consentimiento informado insuficiente: omitir riesgos típicos como trombosis, embolias, hemorragias, lesión nerviosa o necesidad de reintervención.
  • Planificación deficiente: no solicitar angio-TAC o eco-Doppler previos, o no coordinar con anestesia y UCI en casos complejos.
  • Errores intraoperatorios: lesión de estructuras vecinas, control hemostático inadecuado, elección incorrecta de bypass o stent, y falta de radioprotección en endovasculares.
  • Profilaxis tromboembólica insuficiente o mal ajuste de anticoagulación/antiagregación.
  • Monitorización postoperatoria deficiente: no vigilar signos de isquemia, síndrome compartimental, sangrado oculto o infección de prótesis.
  • Falta de respuesta a alarmas clínicas: dolor desproporcionado, cianosis distal, pérdida de pulso periférico, fiebre persistente.

Otro foco crítico son las infecciones del sitio quirúrgico y las infecciones protésicas, que requieren diagnóstico precoz e intervención agresiva. La omisión de profilaxis antibiótica adecuada en pacientes de riesgo, la descoordinación en la terapia antimicrobiana o el retraso en el desbridamiento pueden transformarse en secuelas graves. Del mismo modo, la falta de verificación de la permeabilidad del injerto o del stent tras la intervención —mediante eco-Doppler o controles clínicos protocolizados— aumenta la probabilidad de trombosis silenciosas que derivan en daños permanentes.

Consejo práctico: Documentar de inmediato cualquier síntoma nuevo tras una cirugía vascular (frialdad, palidez, dolor intenso, hormigueo, pérdida de fuerza) y acudir a urgencias puede evitar secuelas y facilitar la prueba en una reclamación.

Requisitos legales para reclamar

Para prosperar una reclamación por negligencias médicas en cirugía vascular se deben acreditar tres elementos esenciales: (1) una actuación contraria a la lex artis o un funcionamiento anormal del servicio sanitario; (2) un daño efectivo, evaluable y antijurídico; y (3) un nexo causal entre ambos. La carga de la prueba recae en quien reclama, si bien existen doctrinas que flexibilizan su exigencia cuando la documentación clínica es insuficiente o cuando se han infringido obligaciones de medios como el deber de información.

El consentimiento informado ocupa un lugar central. Debe entregarse por escrito y adecuarse al procedimiento concreto, con explicación de alternativas, riesgos típicos y consecuencias previsibles. Un consentimiento genérico o incompleto no invalida automáticamente la intervención, pero puede constituir indicio de mala praxis o generar responsabilidad por vulneración del derecho a decidir. Por otro lado, la historia clínica debe estar completa, legible y cronológica; lagunas o inconsistencias en hojas de seguimiento, medicación o informes de alta perjudican la defensa del centro y fortalecen la posición del paciente.

  • Lex artis: análisis comparado con guías y protocolos vigentes y circunstancias del caso.
  • Daño: secuelas funcionales, dolor crónico, amputaciones, discapacidad, pérdida de calidad de vida, gastos y pérdidas económicas.
  • Nexo causal: relación lógica, cronológica y médica entre conducta y resultado; pueden concurrir causas múltiples.

La estrategia procesal combina un sólido informe pericial con la recopilación exhaustiva de pruebas documentales y testificales. Es recomendable una valoración inicial para determinar viabilidad, cuantificación preliminar y elección de la vía adecuada (administrativa, civil o penal) según el tipo de centro y de conducta imputada.

Plazos de prescripción en España

El tiempo es un factor decisivo en las reclamaciones por mala praxis sanitaria. En centros públicos, la vía ordinaria es la responsabilidad patrimonial de la Administración, con un plazo general de un año desde la estabilización de las secuelas o desde el conocimiento pleno del daño. En centros privados, suele articularse por responsabilidad civil, con plazos que, en función de la naturaleza contractual o extracontractual, pueden alcanzar varios años. La elección de la vía condiciona tiempos, requisitos y órganos competentes, por lo que conviene un análisis temprano del mapa asistencial: quién prestó la asistencia, bajo qué régimen y con qué pólizas aseguradoras.

También existen supuestos de interrupción o suspensión de la prescripción (por reclamación extrajudicial fehaciente, apertura de procedimientos previos o incapacidad sobrevenida), que deben valorarse caso a caso. En situaciones de agravamiento progresivo —como estenosis que culminan en trombosis tardías o infecciones protésicas de evolución lenta—, el cómputo puede vincularse al momento de la consolidación del daño. La prudencia aconseja no agotar plazos, iniciar pronto la solicitud de historia clínica y recabar informes preliminares que orienten la reclamación formal dentro de los términos.

Recordatorio: solicitar la historia clínica por escrito y por vías oficiales interrumpe plazos en algunas estrategias (como la reclamación previa), además de aportar trazabilidad para el expediente.

Cómo actuar tras el daño

Si sospechas de negligencias médicas en cirugía vascular, es crucial actuar con método. En primer lugar, protege la salud: busca una segunda opinión y atención inmediata ante signos de alarma (dolor intenso, frialdad, palidez, pérdida de pulso, sangrado persistente). En paralelo, inicia la recogida de evidencia: solicita la historia clínica completa (ingreso, quirófano, anestesia, medicación, pruebas de imagen, hojas de evolución, informes de alta) y conserva test de laboratorio, recetas, justificantes de bajas, facturas y cualquier comunicación con el centro.

  • Redacta un cronograma de hechos con fechas, síntomas, decisiones y responsables.
  • Guarda fotografías de lesiones, cicatrices, hematomas o signos de isquemia.
  • Recaba datos de testigos: familiares que acompañaron, personal que informó o atendió.
  • Evita publicaciones en redes que puedan interpretarse equivocadamente.

Con esa base documental, un despacho especializado podrá realizar un estudio de viabilidad. Suele incluir una pre-pericial por parte de un cirujano vascular o médico evaluador que determine si hubo desviación de la lex artis y oriente la estrategia. Dependiendo del caso, puede recomendarse una reclamación previa, una vía amistosa con aseguradora o el inicio de acciones judiciales. La comunicación calmada y respetuosa con el centro sanitario, aun en desacuerdo, facilita la obtención de documentos y abre puertas a soluciones extrajudiciales.

Checklist rápido: historia clínica, informes de imagen, parte de quirófano, consentimiento informado, evolución postoperatoria, medicación, bajas laborales, gastos y fotografías.

Indemnizaciones y cálculo del daño

La indemnización pretende resarcir integralmente el perjuicio. En cirugía vascular, las secuelas pueden incluir pérdida de movilidad, dolor crónico, neuropatías, amputaciones, claudicación intermitente, disfunciones sensitivas o estéticas. El cálculo combina componentes personales y patrimoniales: días de curación, secuelas objetivadas, gastos médicos y farmacéuticos, adecuación de vivienda, ayudas técnicas, apoyo de terceros, pérdida de ingresos y lucro cesante. La cuantificación se apoya en baremos y en informes periciales que traduzcan el impacto médico en puntuaciones y cantidades, justificadas con documentación probatoria.

En el terreno laboral, se valoran períodos de incapacidad temporal, limitaciones para el puesto y posibles cambios de profesión. En casos de amputación o daño neurológico severo, la proyección vital y la dependencia condicionan importes mayores. Por su parte, el daño moral —dolor, angustia, pérdida de calidad de vida— debe argumentarse con criterios objetivos (informes psicológicos, test estandarizados) y con una narrativa clínica coherente.

  • Secuelas: describir con precisión topografía, intensidad y repercusión funcional.
  • Gastos futuros: prótesis, revisiones, rehabilitación, medicación crónica.
  • Pérdidas económicas: nóminas, contratos, certificados de empresa, informes fiscales.

Punto clave: la correlación entre secuela y acto médico debe estar pericialmente fundamentada; la cifra final surge de sumar conceptos acreditados, evitando duplicidades.

Papel del informe pericial vascular

El informe pericial es la columna vertebral de la reclamación. Un especialista en Angiología y Cirugía Vascular, con experiencia pericial, revisa la documentación, escucha el relato del paciente y, cuando procede, explora y solicita pruebas complementarias. El objetivo es responder a tres preguntas: ¿existió una desviación de la lex artis?; ¿qué daños presenta el paciente y cómo se cuantifican?; ¿existe nexo causal entre ambos? Un buen peritaje detalla antecedentes, técnica empleada, alternativas razonables, protocolos aplicables, tiempos de respuesta y factores de riesgo, incluyendo comorbilidades que puedan modular la atribución de responsabilidad.

La claridad didáctica es clave: el juez no es médico y necesita una explicación comprensible. El perito debe justificar por qué una conducta fue idónea o inadecuada en ese escenario, qué resultados eran previsibles y cómo una acción u omisión influyó en el desenlace. En casos complejos —p. ej., pacientes pluripatológicos— puede requerirse un informe multidisciplinar (anestesia, radiología, medicina interna, rehabilitación). La objetividad y la independencia aumentan la credibilidad del dictamen y, en negociaciones con aseguradoras, pueden acelerar acuerdos.

Consejo: aporta al perito una cronología clara y toda la historia clínica; más información inicial reduce rectificaciones posteriores y mejora la solidez del informe.

Vías de reclamación y estrategia

La vía de reclamación depende del tipo de centro (público o privado), del marco de relación (contrato, póliza, concierto) y de la gravedad de la conducta. En entornos públicos, suele iniciarse un procedimiento administrativo de responsabilidad patrimonial, con posterior control judicial. En la sanidad privada, la acción civil frente al profesional, el centro y la aseguradora es la más frecuente. En supuestos de especial gravedad (lesiones dolosas, imprudencia temeraria), puede valorarse la vía penal, si bien no es la habitual en mala praxis.

  • Negociación previa: comunicación con aseguradoras con oferta motivada y pericial.
  • Acción administrativa: reclamación patrimonial con relato fáctico, prueba documental y pericial.
  • Acción civil: demanda con cuantificación detallada y acumulación de responsables.
  • Medidas cautelares: en casos puntuales, para preservar evidencia o evitar daños mayores.

La estrategia ganadora combina rigor probatorio, tiempos bien medidos y un enfoque práctico orientado al acuerdo cuando el reconocimiento de la responsabilidad es plausible. Las soluciones extrajudiciales ahorran tiempo y desgaste, pero requieren que la oferta cubra de manera adecuada todos los conceptos indemnizables. Cuando no sea así, el proceso judicial, con un expediente sólido, es el camino natural.

Estrategia: prioriza la vía con mejor relación probabilidad de éxito/tiempo/coste; cuida los plazos y prepara desde el inicio el caso como si fuera a juicio.

Prevención y seguridad del paciente

La mejor reclamación es la que no se necesita porque el daño no llega a producirse. En cirugía vascular, la cultura de seguridad se basa en protocolos claros, comunicación efectiva y verificación continua. Listas de verificación preoperatorias, identificación inequívoca del paciente y del sitio quirúrgico, profilaxis antibiótica en tiempo y forma, planificación de anticoagulación personalizada y monitorización hemodinámica son pilares imprescindibles. En endovasculares, la calidad de imagen, la dosimetría y la disponibilidad de material adecuado reducen fallos técnicos y complicaciones.

El postoperatorio exige vigilancia estructurada: valoración de pulsos distales, temperatura y color de la extremidad, dolor desproporcionado, sangrado oculto, signos de infección. La educación del paciente y su familia para identificar señales de alarma y acudir sin demora a urgencias mejora la detección precoz. La documentación transparente de incidencias y la comunicación veraz con el paciente —incluida la disculpa cuando corresponda— disminuyen el conflicto y fomentan soluciones colaborativas.

  • Checklists y time out en quirófano.
  • Protocolos de imagen y anticoagulación individualizados.
  • Seguimiento estructurado con eco-Doppler tras revascularizaciones y stents.
  • Formación continua del equipo y simulación de eventos críticos.

Beneficio doble: las buenas prácticas protegen al paciente y al profesional, y en caso de litigio aportan evidencia objetiva de diligencia.

Preguntas frecuentes

¿Toda complicación en cirugía vascular es negligencia? No. Muchas complicaciones son riesgos inherentes incluso con atención correcta. La negligencia surge cuando la actuación se aparta de la lex artis y ese apartamiento causa el daño. Se necesita un análisis pericial para distinguirlo.

¿Qué documentos son imprescindibles para reclamar? Historia clínica completa (ingreso, quirófano, anestesia, medicación, pruebas de imagen y evolución), consentimiento informado, informes de alta, bajas laborales, gastos y fotografías de lesiones. Cuanta más trazabilidad, mejor.

¿Cuánto tiempo tengo para reclamar? En centros públicos, por regla general un año desde la estabilización del daño; en privados, los plazos civiles son superiores. Es esencial valorar interrupciones y no agotar tiempos.

¿Necesito siempre un perito vascular? Sí, en la práctica es indispensable. El informe pericial justifica si hubo desviación de la lex artis, cuantifica secuelas y establece el nexo causal, elementos clave para negociar o litigar.

¿Se puede llegar a un acuerdo sin juicio? Frecuentemente. Con un peritaje sólido y una cuantificación completa, muchas aseguradoras prefieren acuerdos extrajudiciales. Debe verificarse que la oferta cubra todos los conceptos indemnizables.

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