Negligencias médicas en otorrinolaringología
Cómo reclamar negligencias médicas en otorrinolaringología: pruebas clave, plazos, indemnización y pasos legales explicados de forma clara.
Índice
- Qué es negligencia en ORL
- Casos frecuentes en otorrinolaringología
- Pruebas y documentación clave
- Plazos de prescripción y caducidad
- Cómo calcular la indemnización
- Pasos para reclamar
- Estrategia probatoria y pericial ORL
- Errores quirúrgicos habituales en ORL
- Prevención y consentimiento informado
- Preguntas frecuentes
Qué es negligencia en ORL
En el ámbito de la otorrinolaringología (ORL), una negligencia médica se produce cuando la actuación del profesional se aparta de la lex artis —el estándar de diligencia y protocolos aceptados— y ese apartamiento causa un daño evitable al paciente. No basta con un resultado adverso: la clave es demostrar un comportamiento técnicamente incorrecto o una omisión relevante en el diagnóstico, tratamiento o seguimiento. En esta especialidad, que trata oído, nariz, senos paranasales, faringe y laringe, los riesgos incluyen desde pérdidas auditivas por errores en cirugías del oído medio, perforaciones septales tras septoplastias mal indicadas o ejecutadas, hasta parálisis laríngea por lesión del nervio recurrente durante tiroidectomías o procedimientos cervicales combinados.
El análisis jurídico se apoya en tres pilares: deber de cuidado, incumplimiento y nexo causal con el daño. El deber de cuidado comprende informar, indicar pruebas pertinentes, seguir guías clínicas, documentar adecuadamente y obtener consentimiento válido y específico. El incumplimiento puede presentarse como diagnóstico tardío de tumores de cavidad nasal o laringe, uso de instrumental fuera de protocolo en cirugía endoscópica nasosinusal, manejo inadecuado de infecciones (como otitis crónica con colesteatoma) o ausencia de seguimiento postoperatorio que detecte complicaciones a tiempo. El nexo causal exige peritaje: hay que demostrar que, de haberse actuado conforme a la lex artis, el resultado probablemente habría sido mejor o el daño menor.
Punto clave: no toda complicación es mala praxis. La diferencia está en la previsibilidad, la evitabilidad y la adecuada información sobre riesgos, alternativas y consecuencias.
Para articular una reclamación sólida por negligencias médicas en otorrinolaringología, se requiere una lectura minuciosa de la historia clínica, comparar la actuación con guías y consensos ORL, y obtener un informe pericial independiente que valore la técnica utilizada, los tiempos de actuación, el control del sangrado, la profilaxis antibiótica cuando procede, y la correcta indicación de la intervención frente a alternativas conservadoras. También se analiza si el consentimiento informado describía de forma clara riesgos concretos (perforación, sinequias, anosmia, disfonía, pérdida auditiva, fístulas de LCR), su frecuencia y las medidas para mitigarlos.
Casos frecuentes en otorrinolaringología
Los supuestos más reportados incluyen errores diagnósticos, complicaciones quirúrgicas evitables y fallos en el seguimiento. En diagnóstico, es típico el retraso en detectar carcinomas laríngeos en pacientes con disfonía crónica y factores de riesgo, o confundir una rinosinusitis complicada con patología viral banal, omitiendo pruebas de imagen cuando hay signos de alarma (dolor intenso unilateral, fiebre alta persistente, edema periorbitario, diplopía, alteraciones neurológicas). En oído, la omisión de audiometrías y timpanometrías en cuadros de hipoacusia súbita puede impedir tratamientos tempranos (como corticoides) que mejoran el pronóstico.
En el terreno quirúrgico, destacan: perforación del tabique por resección excesiva durante septoplastia; sinequias y obstrucción nasal tras cirugía endoscópica por inadecuado control de la mucosa; lesión del nervio facial en cirugías del oído; fístulas de líquido cefalorraquídeo por violación de la lámina cribosa; epistaxis severa no controlada por hemostasia deficiente; o parálisis cordal por daño del nervio laríngeo recurrente. También se incluyen iatrogenias en procedimientos ambulatorios como cauterización de cornetes, biopsias sin planificación o extracción de cuerpos extraños sin sedoanalgesia adecuada.
- Diagnóstico tardío de tumores de vía aerodigestiva superior.
- Septoplastia fallida con perforación, deformidad o colapso nasal.
- Cirugía endoscópica de senos paranasales con complicaciones prevenibles.
- Pérdida auditiva o vértigo tras procedimientos óticos.
- Parálisis laríngea y alteraciones de la voz tras cirugías cervicales.
Otro bloque frecuente son las infecciones postoperatorias por control antibiótico o curas insuficientes, y las reintervenciones por fracaso técnico inicial. En todos los casos, la pregunta jurídica es si la complicación era un riesgo típico, si se informó adecuadamente, y si la actuación durante y después de la intervención fue diligente y acorde a protocolos.
Pruebas y documentación clave
La fortaleza de una reclamación por negligencia en ORL depende de la calidad de la evidencia. La historia clínica completa (consultas, interconsultas, urgencias, quirófano, anestesia, enfermería) es esencial. Deben solicitarse copias íntegras, incluyendo consentimientos informados específicos, hojas de quirófano, checklist de seguridad, partes anestésicos, informes de anatomía patológica, pruebas de imagen (TC, RM, endoscopias) y audiometrías. Es útil reconstruir la cronología: síntoma inicial, visitas, decisiones diagnósticas, indicación quirúrgica, ejecución, complicaciones y seguimiento.
La documentación del consentimiento es determinante: debe ser personalizado, describir la técnica concreta (p. ej., cirugía endoscópica nasosinusal con antrostomía, etmoidectomía, esfenoidotomía), riesgos relevantes y alternativas. La ausencia de consentimiento o uno genérico puede activar responsabilidad por falta de información, incluso si la técnica fue correcta. Las pruebas periciales (otorrinolaringología y, en su caso, medicina legal) valorarán si hubo desviación de la lex artis, si el material y equipamiento eran adecuados (ópticas, navegación, aspiración, hemostasia), y si la monitorización neuromonitorizada estaba indicada.
Reúne y conserva: informes, imágenes DICOM, registros de quirófano, plan de cuidados, fotografías intraoperatorias si existen, y comunicaciones postoperatorias (correo, mensajería) que muestren órdenes o advertencias clínicas.
Además, conviene elaborar un diario de síntomas y limitaciones funcionales (obstrucción nasal, anosmia, hiposmia, acúfenos, disfonía, disfagia, vértigo), con impacto en la vida diaria y laboral. Testimonios de familiares o compañeros que acrediten cambios notables también aportan. Si hay incapacidad temporal o secuelas, recopila partes de baja/alta, informes de tribunal médico y facturas/gastos (fármacos, rehabilitación de voz, audífonos). Todo ello alimentará el cálculo de la indemnización y el vínculo causal con la actuación médica.
Plazos de prescripción y caducidad
Los plazos dependen del tipo de centro (público o privado) y de la vía elegida (administrativa, civil o penal). Aunque la normativa concreta varía según jurisdicción, como regla práctica es esencial actuar con celeridad: documentar el daño, recabar historia clínica y solicitar informe pericial preliminar. La caducidad en la vía administrativa y la prescripción en la civil empiezan a computar desde la estabilización de las secuelas o desde que el paciente tuvo conocimiento razonable del daño y su posible relación con la actuación médica. En intervenciones ORL, esto suele coincidir con el alta o con la constatación de secuelas permanentes (p. ej., anosmia persistente, parálisis laríngea estable).
El cómputo puede interrumpirse con reclamaciones extrajudiciales fehacientes (burofax, reclamación administrativa) o con la interposición de la demanda. Si la asistencia fue en cadena (atención primaria, urgencias, derivaciones, cirugía y seguimiento), es prudente analizar la continuidad asistencial y responsables solidarios. En caso de menores o personas con discapacidad, pueden operar reglas especiales. Por ello, antes de agotar plazos, conviene registrar la reclamación inicial mientras se completa la pericia.
Consejo práctico: pide la historia clínica por escrito cuanto antes y deja constancia de la solicitud. Si el centro demora la entrega, esa evidencia te servirá para justificar interrupciones o ampliaciones de plazo según proceda.
Cómo calcular la indemnización
La indemnización en negligencias médicas en otorrinolaringología suele integrar daño corporal (secuelas y días de perjuicio), daño moral, lucro cesante y gastos. En secuelas típicas, se valora la pérdida de olfato (anosmia) o disminución (hiposmia), la disfonía por parálisis laríngea unilateral o bilateral, la hipoacusia y acúfenos, la obstrucción nasal crónica, el dolor facial, el vértigo residual y las alteraciones estéticas por deformidad nasal. Para cuantificar, se emplean baremos periciales y, en su caso, tablas de daños personales vigentes en tu jurisdicción.
El cálculo combina: perjuicio personal básico (días de hospitalización, incapacidad temporal), secuelas (con puntuaciones según intensidad y repercusión funcional/social), gastos acreditados (tratamientos, rehabilitación logopédica, audífonos, reintervenciones), y lucro cesante (ingresos no percibidos por baja o pérdida de oportunidades laborales, especialmente relevante en profesionales de la voz). El daño moral se estima atendiendo a sufrimiento, ansiedad y pérdida de calidad de vida.
- Documenta todo gasto sanitario y de desplazamiento.
- Obtén informes de incapacidad temporal y evolución clínica.
- Solicita peritaje ORL y, si procede, logopédico o audiológico.
Cuando existe deformidad visible (p. ej., colapso valvular nasal, asimetrías), añade reportaje fotográfico y valoración estética. Si el daño afecta a la actividad profesional (cantantes, docentes, comerciales), incorpora evidencia de impacto laboral. La suma final debe ser coherente con el peritaje y los precedentes, y contemplar intereses desde la fecha del daño o de estabilización de secuelas según la vía.
Pasos para reclamar
La hoja de ruta comienza con una evaluación inicial: solicitud de historia clínica, cronología de hechos y valoración de viabilidad. Sigue un informe pericial preliminar que identifique la desviación de la lex artis y el nexo causal. Con esa base, se envía reclamación extrajudicial (o administrativa si procede) detallando hechos, daños y cuantificación provisional. Según respuesta, se negocia un acuerdo o se interpone demanda con pericia completa.
- 1) Recopila evidencia: historia clínica completa, imágenes, consentimientos, gastos.
- 2) Peritaje ORL: análisis técnico de actuación, causalidad y secuelas.
- 3) Reclamación formal: escrito motivado con cuantía y oferta de resolución.
- 4) Vía judicial: presenta demanda con pruebas, testifical y pericial.
- 5) Ejecución/Acuerdo: cobro de indemnización o cumplimiento de sentencia.
Tip: un burofax previo claro y bien cuantificado puede acelerar acuerdos y acredita interrupción de plazos.
En paralelo, cuida la comunicación médica: solicita segundas opiniones, pide que se registren incidencias y recomendaciones en la historia clínica, y sigue escrupulosamente las pautas de rehabilitación para no dar pie a objeciones de contribución del paciente. Si hay aseguradora, dirige la reclamación también contra ella. Y si hubo atención en cadena (primaria, hospital, concertados), delimita responsabilidades de cada interviniente para articular la legitimación pasiva correctamente.
Estrategia probatoria y pericial ORL
La pericia en ORL es altamente técnica. Para un dictamen sólido, el perito debe revisar imágenes endoscópicas, TC/RM y describir paso a paso la técnica realizada, comparándola con estándares: plano de disección, control de sangrado, respeto de estructuras nobles (lámina papirácea, base de cráneo, nervio facial), y adecuación del material (microdesbridador, energía, ópticas). Debe explicar cómo una acción u omisión concreta produjo el daño: por ejemplo, una perforación septal por resección excesiva del cartílago cuadrangular o una anosmia por lesión del epitelio olfatorio al ampliar una etmoidectomía anterior sin referencias anatómicas.
La estrategia probatoria combina documental (historia, consentimientos, informes), pericial (ORL, medicina legal, logopedia/audiología) y testifical (paciente y entorno). En ocasiones, conviene una revisión por comité externo para reforzar estándares. Es útil incorporar literatura clínica y guías de práctica como respaldo, sin convertir el procedimiento en una batalla de papers: lo decisivo es cómo se aplicaban a ese caso concreto y si la actuación se apartó de ellas.
Finalmente, prepara el juicio con líneas de preguntas claras: indicación de cirugía frente a tratamiento conservador, manejo de riesgos predecibles, control de complicaciones intraoperatorias (sangrado, perforación), y seguimiento postoperatorio. Un relato clínico ordenado, con cronología visual y anexos bien numerados, aumenta la credibilidad y facilita la labor del tribunal.
Errores quirúrgicos habituales en ORL
En cirugía nasal, los errores típicos incluyen resecciones agresivas que provocan perforación septal, pérdida de soporte y colapso valvular; abordajes endoscópicos con identificación deficiente de referencias anatómicas que derivan en violaciones de lámina cribosa (fístula de LCR) o de la órbita; y control hemostático insuficiente con epistaxis severas. En oído, la manipulación inadecuada del estribo o de la cadena osicular puede causar hipoacusia neurosensorial o vértigo; el manejo de colesteatomas exige resección completa y seguimiento riguroso para evitar recidivas. En laringe, la lesión del nervio laríngeo recurrente —en ocasiones en cirugías combinadas de tiroides— conlleva disfonía, aspiración y, si bilateral, compromiso respiratorio.
Muchos de estos eventos son riesgos inherentes, pero se vuelven negligencia cuando había alternativas más seguras, se omitieron controles (navegación, neuromonitorización), se ignoraron signos de alarma o no se informó de forma suficiente. La técnica quirúrgica debe acompañarse de posicionamiento correcto, profilaxis, control del campo y curas postoperatorias que eviten sinequias y granulomas. Un buen checklist y una hemostasia cuidadosa previenen gran parte de las complicaciones.
- Perforación septal y deformidad tras septoplastia.
- Fístula de LCR y complicaciones orbitarias en cirugía endoscópica.
- Hipoacusia o vértigo posquirúrgico por lesión osicular o laberíntica.
- Parálisis cordal por lesión del nervio laríngeo.
- Epistaxis severa por hemostasia deficiente.
Documentar el intraoperatorio (fotos, vídeo) y el plan de curas reduce controversias. Si la complicación se detecta, la diligencia exige informar, registrar y aplicar de inmediato el manejo estándar (taponamiento, antibiótico, revisión quirúrgica si procede, derivación). La omisión en estas fases también puede ser reprochable.
Prevención y consentimiento informado
La mejor reclamación es la que no necesita plantearse. La prevención se basa en indicación quirúrgica ajustada, comunicación clara y protocolos de seguridad. El consentimiento informado debe ser específico, comprensible y entregado con antelación suficiente. En ORL, resulta esencial detallar riesgos como anosmia/hiposmia, perforación septal, sinequias, fístulas de LCR, lesión orbitaria, sangrado significativo, hipoacusia, acúfenos, vértigo, parálisis laríngea, disfonía, necesidad de reintervención o uso de injertos. También deben explicarse alternativas conservadoras y expectativas realistas de resultado funcional y estético.
Desde la perspectiva del paciente, guardar copias, hacer preguntas y anotar respuestas ayuda a decidir informadamente. Para el profesional, emplear plantillas completas adaptadas al caso, verificar apneas, coagulopatías y comorbilidades, y coordinar con anestesia y enfermería, reduce riesgos. Tras la cirugía, las instrucciones de curas (lavados, pomadas, evitar esfuerzos), los controles programados y el canal de contacto ante alarma (sangrado, fiebre, dolor intenso, visión doble, pérdida súbita de olfato) son parte de la diligencia debida.
Recuerda: consentimiento válido no exime de responsabilidad por mala praxis técnica; pero su ausencia puede generar responsabilidad incluso si la técnica fue correcta.
Preguntas frecuentes
¿Cómo sé si lo mío es una complicación o una negligencia?
Una complicación puede aparecer pese a una actuación correcta e informada; la negligencia implica un apartamiento de la lex artis o una falta de información adecuada y un daño evitable. La diferencia se esclarece con peritaje independiente que revisa historia clínica, pruebas de imagen y técnica empleada.
¿Qué hago primero si sospecho mala praxis en ORL?
Solicita por escrito la historia clínica completa, conserva facturas y elabora una cronología. Después, busca una valoración médico-legal inicial para medir viabilidad, plazos y pasos estratégicos (reclamación previa, negociación, demanda).
¿Puedo reclamar solo por falta de consentimiento informado?
Sí. La falta de información o un consentimiento genérico pueden generar responsabilidad autónoma por vulneración del derecho a decidir. En ocasiones coexiste con mala praxis técnica; en otras, el daño indemnizable se centra en la pérdida de oportunidad de elegir.
¿Cuánto tiempo tarda el proceso?
Depende de la vía y la jurisdicción. Una negociación extrajudicial puede resolverse antes; los procesos judiciales suelen requerir meses. Interrumpir plazos con un burofax mientras se completa el peritaje es una práctica prudente.
¿Qué indemnización puedo esperar?
Se calcula según las secuelas (anosmia, disfonía, hipoacusia, deformidad), días de perjuicio, gastos y lucro cesante. Un peritaje sólido y documentación exhaustiva son determinantes para una cuantificación justa.
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