
Negligencias médicas en cirugía maxilofacial
Publicado el 06 de octubre de 2025
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Índice
Qué es la cirugía maxilofacial y cuándo hay negligencia
La cirugía maxilofacial es la especialidad médico-quirúrgica que diagnostica y trata patologías de la cavidad oral, los maxilares y la cara, desde extracciones complejas y colocación de implantes hasta osteotomías, cirugía ortognática o tratamiento de traumatismos faciales. Al implicar estructuras sensibles como nervios, senos paranasales, vasos sanguíneos y articulaciones, exige una planificación rigurosa y la ejecución conforme a la lex artis, es decir, los estándares de buena práctica aceptados por la comunidad científica en cada momento.
Hablamos de negligencias médicas en cirugía maxilofacial cuando la actuación profesional se aparta de dichos estándares o se incumplen deberes esenciales de información, prevención y control, produciendo un daño que era evitable con la diligencia debida. No toda complicación es negligencia: algunas son riesgos inherentes, siempre que hayan sido correctamente valorados, minimizados y explicados al paciente antes de intervenir. La clave es comprobar si hubo un error evitable (p. ej., omitir un TAC/CBCT necesario, invadir el seno maxilar al colocar un implante sin valorar altura ósea, o lesionar el nervio dentario por no respetar distancias de seguridad) o si faltó información para un consentimiento realmente informado.
Idea clave: para considerar una mala praxis se necesitan tres piezas: infracción de la lex artis (culpa profesional), daño cierto (lesión, secuela, pérdida de oportunidad) y nexo causal entre ambos. Sin estas tres, no procede responsabilidad.
- Actos típicos: exodoncias de terceros molares, implantología, elevación de seno, ortognática, tratamiento de fracturas.
- Deberes previos: exploración, pruebas de imagen adecuadas, planificación y consentimiento informado.
- Deberes posteriores: seguimiento, control de infecciones y manejo de complicaciones.
Tipos de negligencias más frecuentes
En la práctica, los casos de negligencia médica en cirugía maxilofacial suelen agruparse en patrones recurrentes. En exodoncias de terceros molares inferiores, la lesión del nervio dentario inferior o lingual puede derivar de una planificación insuficiente (no solicitar CBCT cuando la radiografía panorámica sugiere proximidad radicular al canal) o de una técnica agresiva que no respeta márgenes de seguridad. En implantología, son frecuentes la perforación del seno maxilar por subestimar la altura ósea, la colocación mal angulada que compromete estructuras anatómicas o la falta de asepsia y control antibiótico que desemboca en periimplantitis severa.
En cirugía ortognática y osteotomías, pueden aparecer asimetrías faciales, maloclusiones persistentes o pseudoartrosis por deficiente planificación tridimensional, insuficiente fijación o controles posoperatorios tardíos. Otra fuente de reclamaciones es el incumplimiento del deber de información: consentimientos genéricos, incompletos o firmados sin tiempo real de lectura, que no explican riesgos relevantes, alternativas terapéuticas y expectativas realistas.
- Exodoncias: lesión nerviosa, hemorragias no controladas, alveolitis por errores de técnica o pauta posoperatoria confusa.
- Implantes: perforación del seno, daño nervioso, malposición, rechazo por infección prevenible.
- Ortognática: recidiva, asimetría, maloclusión, problemas en la ATM por planificación deficiente.
- Trauma facial: reducción y fijación inadecuadas, deformidades residuales por falta de control.
- Información deficiente: consentimiento no específico o carente de alternativas.
Consejo práctico: cuando el procedimiento tiene riesgos previsibles elevables (p. ej., cercanía al canal dentario), el estándar exige pruebas avanzadas, explicación específica del riesgo y medidas para minimizarlos.
Secuelas y daños más habituales
Las secuelas tras una mala praxis en cirugía maxilofacial pueden ser neurosensoriales, funcionales y estéticas. La más conocida es la parestesia, disestesia o anestesia del territorio del nervio dentario inferior, mentoniano o lingual, con impacto en la sensibilidad del labio, la encía y la lengua. Estas alteraciones pueden ser temporales o permanentes; su cronificación se valora con exploración neurológica específica y pruebas complementarias. Otra secuela frecuente son las sinusitis crónicas tras perforaciones del seno maxilar o elevaciones mal ejecutadas, que causan dolor facial, congestión y drenaje purulento recurrente.
En implantología, la pérdida prematura del implante por infección evitable, o su malposición que impide una prótesis funcional y estética, genera un daño patrimonial (coste de rehacer el tratamiento) y moral (dolor, tiempo y ansiedad). En cirugía ortognática, las asimetrías y maloclusiones residuales afectan a la masticación, al habla y a la autoestima. También se presentan cicatrices inestéticas, limitación de apertura bucal, afectación de la ATM y dolor crónico orofacial.
- Neuropatías del trigémino (dentario, lingual, infraorbitario).
- Sinusitis crónica, fístulas oroantrales, infecciones.
- Maloclusiones, asimetrías, fracaso protésico.
- Dolor crónico, limitación funcional, afectación estética.
Evaluación del daño: combina informes clínicos, pericial maxilofacial y psicológica, y acreditación de gastos y perjuicios (tratamientos de corrección, bajas laborales, apoyo terapéutico).
Marco legal y lex artis en maxilofacial
La responsabilidad sanitaria, tanto en centros públicos como privados, pivota sobre el respeto a la lex artis ad hoc: actuar con la diligencia que exige la ciencia y técnica en la fecha de los hechos, con medios adecuados y protocolos vigentes. No se garantizan resultados, pero sí una actuación prudente y conforme al estado del arte. La infracción puede ser por acción (técnica inadecuada) u omisión (no solicitar pruebas imprescindibles, no informar riesgos singulares, no controlar una infección).
Jurídicamente, es necesario acreditar: (1) una conducta culposa o negligente, (2) un daño cierto y evaluable, y (3) nexo causal entre ambos. El consentimiento informado es pieza central: debe ser específico, comprensible y entregado con antelación razonable. Si es defectuoso y el riesgo no explicado se materializa, puede nacer responsabilidad incluso cuando la técnica fue correcta, por pérdida de la oportunidad de decidir.
- Culpa profesional: desviación de guías y protocolos o de la cautela exigible.
- Daño: lesión corporal, secuelas, lucro cesante, daño moral.
- Nexo causal: relación lógica y pericial entre la actuación y el resultado.
Claves probatorias: historia clínica completa, consentimientos específicos, imágenes (TAC/CBCT), test de sensibilidad, fotografías y cronología clara de los eventos.
Pruebas clave y peritaje
Sin prueba sólida no hay reclamación viable. El primer paso es solicitar, por escrito, la historia clínica íntegra: informes, notas de evolución, hojas de quirófano, prescripciones, pruebas de imagen, consentimientos informados y comunicaciones postoperatorias. En procedimientos con riesgo anatómico relevante, el estándar exige imagen 3D (CBCT/TAC) para medir distancias y planificar. Su ausencia, cuando era indicada, es un indicio de mala praxis. Asimismo, el consentimiento debe ser específico: no basta una hoja genérica; debe mencionar riesgos concretos como lesión del nervio dentario, fístula oroantral, alteraciones de la oclusión o recidivas.
El peritaje maxilofacial valora la corrección técnica y el nexo causal. Puede apoyarse en simulaciones, mediciones de imágenes y revisión de protocolos. En lesiones neurosensoriales, se recomiendan pruebas de umbral, discriminación táctil y evaluación del dolor neuropático. En sinusitis crónica, los informes ORL y de imagen son determinantes. Una pericial psicológica puede acreditar afectación anímica y social.
- Solicita la historia clínica completa y verifica su integridad.
- Reúne CBCT/TAC pre y postoperatorios; compara con el plan quirúrgico.
- Guarda comunicaciones, recetas, citas y fotografías de evolución.
- Encarga un informe pericial independiente y especializado.
Tip: si la clínica se niega a entregar documentación, solicita por burofax y deja constancia. La falta de entrega puede perjudicar a la parte sanitaria en juicio.
Plazos y camino procesal
Los plazos de reclamación dependen del tipo de centro (público o privado) y de la vía elegida (civil, penal, contencioso-administrativa). En general, la acción civil por responsabilidad extracontractual o contractual exige actuar dentro de plazos que empiezan a contar desde que el daño se conoce y se estabiliza. En el ámbito público, la reclamación patrimonial debe presentarse ante la Administración sanitaria dentro del plazo legal que marca la normativa aplicable. Si hay indicios de delito (lesiones por imprudencia grave, falsedad documental), puede valorarse la vía penal, que requiere un umbral probatorio más alto.
Previo al pleito, es habitual reclamar a la aseguradora del profesional o la clínica, aportando el peritaje y la documentación. Muchas controversias se resuelven con acuerdos extrajudiciales que cubren reparación, retratamiento e indemnización. Si no es posible, se acude a la jurisdicción competente. Es crucial controlar la caducidad y la prescripción: dejar pasar el tiempo puede cerrar la puerta a la indemnización.
- Identifica correctamente la parte responsable (profesional, clínica, aseguradora, administración).
- Valora la vía adecuada según el caso y la prueba disponible.
- Interrumpe la prescripción con reclamaciones fehacientes.
Recordatorio: documenta la fecha de aparición y estabilización de la secuela; esa cronología será el ancla de los plazos.
Indemnizaciones y cálculo del daño
La indemnización busca restituir, en la medida de lo posible, el perjuicio causado. Se combinan conceptos de daño corporal (secuelas neurosensoriales, funcionales y estéticas), daño moral (dolor, ansiedad, pérdida de calidad de vida), lucro cesante (ingresos dejados de percibir) y daño emergente (gastos de tratamientos, pruebas y desplazamientos). En la práctica, se emplean tablas de referencia y criterios periciales para objetivar porcentajes de secuela y su impacto en la vida diaria. La afectación del nervio dentario inferior, por ejemplo, puede conllevar un porcentaje de secuela que, cruzado con la edad y la profesión, traduce una cuantía indemnizable.
Además, se contemplan costes de retratamiento: explantación de implantes malposicionados, injertos óseos, nuevas prótesis, ortodoncia de corrección o cirugías secundarias para recuperar la oclusión. La prueba documental de todos estos gastos es esencial. La existencia de pérdida de oportunidad —por ejemplo, no ofrecer una alternativa menos invasiva— también puede indemnizarse cuando se demuestra que, de haber sido correctamente informado, el paciente habría elegido otro camino con menor riesgo.
- Cuantifica secuelas con informes médicos y psicológicos.
- Acredita gastos y bajas con facturas, nóminas y certificados.
- Valora el coste del retratamiento futuro y su probabilidad.
Nota: la negociación con aseguradoras exige un dossier técnico sólido que anticipe objeciones (riesgo inherente, culpa del paciente, falta de nexo).
Cómo actuar paso a paso
Si sospechas una negligencia en cirugía maxilofacial, actúa con método. Primero, busca una segunda opinión independiente para estabilizar la situación clínica y recibir un plan de manejo del daño. Segundo, solicita la historia clínica completa y reúne todas las pruebas de imagen. Tercero, documenta de forma cronológica síntomas, visitas, gastos y comunicaciones. Cuarto, contacta con un equipo jurídico y pericial con experiencia en maxilofacial para evaluar viabilidad, riesgos y estrategia.
Con el informe pericial preliminar, formula una reclamación fehaciente a la clínica o aseguradora, reclamando reparación e indemnización. Si no hay acuerdo, prepara la demanda con un relato fáctico ordenado, anexos numerados y conclusiones claras sobre la infracción de la lex artis, el daño y el nexo causal. No descuides el soporte psicológico: el dolor crónico y la afectación estética generan estrés significativo que también debe abordarse terapéuticamente y acreditarse pericialmente.
- Pide copia íntegra de la historia clínica y consentimientos.
- Recopila CBCT/TAC y solicita relectura por perito independiente.
- Guarda facturas, partes de baja y evidencias fotográficas.
- Interrumpe plazos con burofax y busca acuerdo extrajudicial sólido.
Checklist rápido: prueba clínica, peritaje, cronología, reclamación fehaciente, control de plazos y plan de retratamiento.
Preguntas frecuentes
¿Toda complicación implica negligencia? No. Hay riesgos inherentes a la cirugía maxilofacial. Será negligencia si el profesional se apartó de la lex artis, omitió pruebas o información relevante, o gestionó inadecuadamente una complicación previsible.
Perdí sensibilidad en el labio tras una extracción, ¿puedo reclamar? Sí, si se demuestra que la lesión del nervio dentario inferior era evitable con correcta planificación (CBCT), técnica conservadora e información previa específica. El peritaje neurosensorial será clave.
¿Qué documentos debo reunir? Historia clínica completa, consentimientos informados específicos, imágenes (panorámica y CBCT/TAC), recetas, partes de baja, facturas de tratamientos y fotografías de la evolución.
¿Cuánto tarda el proceso? Depende de la vía (extrajudicial, civil, penal o administrativa) y de la complejidad. Lo importante es no dejar pasar los plazos y contar con un dossier probatorio sólido desde el inicio.
¿Puedo pedir retratamiento además de la indemnización? Sí, se puede reclamar el coste de correcciones (explantación, injertos, nuevas prótesis u ortodoncia) cuando sean necesarias para restaurar la función y estética.